Relato erótico: Complot en la compañía // parte 2

Capítulo 2: “Un mono con artritis bailando en el centro de la disco”

Isabella y su hermana habían salido el sábado a bailar, ella necesitaba relajarse y su hermana contarle sobre su nuevo pretendiente en la aerolínea en que trabajaba, una historia bastante explícita que por momentos la hacía soltar la carcajada completamente ruborizada al escuchar las aventuras de su particular hermana. Como Paula viajaba tanto, aprovechaban cualquier oportunidad para compartir. Isabella dudó un poco sobre si contarle o no lo ocurrido, no quería preocuparla, pero Paula instintivamente sentía que algo había pasado.
-¿Me lo vas a contar o no?
-¿El qué?
Paula solo la miró con rostro de obviedad.
-Jajaja ¿Cómo lo haces?
-Soy tu hermana, te conozco demasiado.
-A veces me asustas.
-Es que en la familia tenemos ese poder pero tu al ser adoptada no lo sientes.
-Boba, somos gemelas.
-Nah, a ti te clonaron a partir de mí por si acaso.
-Y salí mejor.
-Ya quisieras… anda, cuéntame.
-Te acuerdas de el chico este, que odiaba tanto, Alejan..
-¡ALEJANDRO!
-¡Baja la voz!
-Perdón, perdón ¿se acostaron? ¿no estaba casado?
-Hey hey, por partes. Ya no está casado.
-Eso le quita emoción.
-Soy su jefa ahora.
-Eso le devuelve la emoción, sigue.
-No me interrumpas entonces.
-Delicada.
-Intensa. En fin, no nos acostamos..
-Me aburrí..
-Pero casi,
-Me desaburrí.
-El hecho es que pasaron tantas cosas, te explico desde el principio…

Isabella procedió a contarle lo ocurrido, ante la mirada atenta de su hermana que no paraba de gesticular a medida que el relato avanzaba.

-...entonces me dijo “me encanta tu blusa” y cuando me miré ¡la había abotonado mal!
-¡NO!
-Sip.
-Jajaja eso te pasa por calenturienta.
-¿En serio?¿Tú me vas a hablar de ser calenturienta?
-Yo soy una profesional baby, es distinto, tienes mucho que aprender. Por cierto ¿ese no es Alejandro? -dijo señalando al costado derecho detrás de Isabella.
-No voy a caer en esos juegos infantiles.
-No es juego, creo que acaba de entrar a la disco.
-Deja de decir bobadas.
-No son bobadas, voy a un tipo, igualito a lo que recuerdo de Alejandro justo detrás al fondo, lo tapa un poco el tipo que se mueve como un mono con artritis bailando en el centro de la disco.
Isabella giró su rostro, hizo un gesto de desagrado al ver al bailarín que causaba “sensación” solo para después darse cuenta de que, efectivamente, Alejandro y un grupo de amigos y amigas habían venido al mismo lugar. Giró su rostro rápido.
-Mierda, si es él.
-¡Genial!
-No, genial no. Ayer fue excitante pero hoy me siento super avergonzada. Además soy su jefe, está todo mal, ¡todo mal Paula!
-Hey, hey, tranquila. ¿Quieres que te ayude?
-Si, necesitamos irnos sin que nos vea.
-Déjame voy por un par de tragos, vengo y nos mezclamos entre la multitud.
-¿Y para mezclarnos necesitamos tragos?
-¿Quién es la mayor?
-Por 10 minutos solamente.
-10 Minutos son una enorme diferencia dependiendo de la situación.
Paula se levantó se perdió entre la multitud e Isabella esperaba impaciente su regreso.
Unos segundos después escuchó una voz familiar.
-Hola Isa.
Era Alejandro.
-¡Isa! no me vas a creer -exclamó Paula con una actuación casi deficiente- me encontré con un compañero tuyo, ustedes se conocen de hace rato ¿verdad?
Isabella abrió los ojos, se ruborizó, titubeó y parecía caer en una espiral provocando vergüenza ajena a su hermana más impetuosa.
-SI, si, nos conocemos.
-Tu hermana es mi jefa ahora.
-Uh, que fantasía… digo, es una fantasía porque es de las mejores en su campo.
Alejandro la miró, casi desnudándola con la mirada- Es verdad, es la mejor.
-Vale, chicos ya vengo, alguien me mira fijamente para bailar conmigo, no demoro.
Paula se retiró, dejando a los “colegas” en una tensión sexual que se palpaba en el ruidoso ambiente que parecía silenciarse alrededor de ellos.
Es un gran sitio ¿verdad? -dijo Alejandro intentando no mencionar el enorme elefante blanco en la habitación.
-Alejo, estuvo mal.
-No te andas con rodeos ¿verdad?
-Sabes que no. Y, no lo tomes a mal, lo pasé muy bien pero, no puede volver a pasar.
-¿Qué cosa?
-Tú sabes perfectamente que.
-Recapitulemos, tu y yo trabajamos en el proyecto, y hasta donde sabemos alguien quiere sabotearnos así que unimos fuerzas y somos una dupla con una misión. Eso es todo lo que recuerdo.
La sobriedad y el estoicismo de Alejandro le sorprendieron. Demasiado, casi habría preferido verlo más afectado por su negativa, pero ya que lo tomaba tan bien, ella seguiría el juego y haría como si nada
-¿Qué te dijo?
-¿Valentina? -Ella solamente lo miro ante la pregunta con obvia respuesta, y a decir verdad, se sentía un poco celosa -me pregunto que me habías dicho tú.
-Sigue haciéndose la inocente por lo visto.
-Isa, confío en ti, te pido que confíes en mí. Ella se arriesgó al enviarme esos archivos.
-Uh, que heroína, ya la llamo a profesarle mi admiración -respondió con total ironía mientras daba un sorbo a su mojito y alejaba la mirada.
-Tengo un amigo que puede ayudarnos, él puede conseguir algo más específico sobre desde qué terminal se subieron los archivos falsos.
Isabella volvió su mirada a él- Está bien, pero si resulta que es ella no podremos llevar esto ante gerencia, sino ante la junta directiva. Será horrible todo.
-Confía en mí, probablemente solo sea alguien del otro grupo intentando resaltar, o quien sabe, la competencia jugando sucio quizás.
Ella suspiró, agobiada ante tantos futuros inciertos. Alejandro, buscando animarla cambió el tono y la conversación.
-Por ahora, y como ofrenda de paz y muestra de buena voluntad -extendió la mano invitándola a salir a bailar.
-No se Alejo, no estoy de ánimo -el solo le lanzó una mirada buscando convencerla haciéndole un guiño coqueto, el cual, tuvo más efecto en ella del que Isabella misma se sintió sorprendida- ¡Está bien! -tomó su mano y ambos fueron hacia el abarrotado espacio.

La música era envolvente, las luces, el ambiente, todo realmente les había subido el ánimo de nuevo y permitido olvidar el laberinto en el que se encontraban. A la distancia Paula observaba a su hermana y de vez en cuando le hacía algunas caras invitándole a arriesgarse, pero Isabella solo se reía disimuladamente e intentaba ignorarla.
Pero algo no podía ignorar, la pasaba bien con él, olía bien, se movía bien, y bajo su camisa de nuevo podía sentir esos brazos fuertes que no hace mucho la estaban llevando al éxtasis.

El ritmo de la música cambió, ahora era mucho más sugerente, las luces más tenues. Isabella pensó en retirarse de nuevo a la mesa, pero entonces él la tomó por la espalda, puso sus manos en sus caderas y empezó a bailar tras ella, una posición que le recordó lo sucedido el día anterior, y fue un detonante en su sistema nervioso que le envió un escalofrío que recorría toda su cuerpo.

-Isa, no he podido dejar de pensar un segundo en lo que pasó en tu oficina.
-¿En serio? te veía muy indiferente hace un segundo.
-¿Querías que te rogara?
-Por supuesto que no. Es más, ya te dije que…
-Él cortó su frase pegando aún más sus cuerpos -¿Me dijiste que?
-Te dije que… que no Alejo -dijo concluyendo su frase en un susurro apagado por su propio deseo intentando ahogar a su conciencia inclinando su cabeza hacia atrás y entrelazando sus manos con las de Alejandro y acercando su cuerpo envuelto en unos ajustados pantalones de cuero a el pantalón de Alejando; ambos se movían en unísono al ritmo de la sensual música.
-Hueles delicioso -dijo él con un tono grave que le alborotó las mariposas.
-Y tu te sientes.. tan, fuerte. Tan diferente a como te recordaba.
-¿En serio? ¿Cómo me recordabas?
-Eras un idiota -riendo.
-Ja ja, bueno, es verdad. Pero siempre encontré nuestra rivalidad, muy, estimulante.
-¿si?
-¿Tú no?
-Puede ser sí, pero no me atraías.
-En cambio tu me fascinabas Isa, se que puede no parecerlo, pero al menos siempre me has parecido muy sexy.
Ella se giró, mirándolo de frente ahora puso su pierna entre las de él, a lo que Alejandro respondió arrimando con su mano derecha sobre su espalda baja… muy baja, demasiado baja.
-¿Fantaseabas conmigo Alejo?
-Culpable. ¿Tú no?
-La verdad no, pero, desde ayer no hago otra cosa que fantasear contigo.
-Así que si me has pensado.
-¿Tú qué crees?
-Parecías muy indiferente hace un rato -dijo casi parafraseándola a ella palabra por palabra.
-Es que todo es muy confuso, esto está…
Él puso su dedo sobre su boca para callarla, antes de que terminara la frase- Hoy no Isa, hoy somos tu y yo, deja de sobre pensar -acto seguido acercó su boca a ella, y empezaron a besarse con ganas reprimidas. Pronto ella volvía a sentir esa erección que no había podido sacarse de la cabeza y él esos senos contra su pecho que había podido disfrutar tan fugaz y salvajemente, pero de los que quería más, mucho más de lo que apenas había obtenido.
-Eres tremendo.
-Lo sé.
Aprovechando un momento de oscuridad pronunciada y el lugar en el que estaban rodeados de parejas en planes similares, Isabella bajó su mano para palpar el abultado miembro bajo la ropa de Alejandro -¿sabes cuanto me dejaste deseando todo esto?
-Estoy seguro de que podremos encontrar una solución a ese problema.
-¿Tú crees? -dijo apretándolo con firmeza y dejándose llevar, como jamás había hecho quizás por el alcohol que había ayudado a que tomara impulso le susurró al oído- ayer, llegué a mi casa, me quité la ropa la cual me dejaste empapada de mi misma, y empecé a recordar cada instante mientras me estimulaba, tuve un orgasmo como el que no había sentido hace rato, y a pesar de todo… sigo con ganas de más.
Él se detuvo, la miró fijamente y por un segundo ella se sintió perdida, “¿será que me excedí?” pensó a sus adentros. Pero él la tomó con firmeza de la mano que aún se posaba sobre su longitud atrapada en la ropa, la jaló y le dijo “ven conmigo”.
Casi como si la estuviera secuestrando, con la adrenalina a mil, la llevó al baño más lejano del local, le dijo a uno que estaba adentro que “dos chicas lo buscaban afuera” para despacharlo, y acto seguido cerró la puerta con seguro. Se giró y antes de que ella dijera nada se abalanzó sobre ella para acorralarla contra la pared y besarla, pero ahora, era menos tierno, menos romántico y mucho más carnal y agresivo. No demoró en bajar a su cuello el cual lo extasiaba con el delicioso aroma dulce del perfume de Isabella, y pronto sus manos estaban alzando su blusa y su sostén para liberar esos pechos que tanto deseaba. Empezó a besarlos, masajearlos y lamerlos estimulando sus aureolas y pezones duros. Su espalda se arqueaba ante la avalancha de caricias y atenciones por parte de su “subordinado”, pronto se dio cuenta de que era hora de devolverle las atenciones. Lo empujó, algo que lo sorprendió un poco pues fue un empujón con fuerza. Puso su mano sobre el pecho aun bajo la camisa de él, y lo presionó contra la estructura exterior de una de las cabinas del baño que por suerte soportó el envite. Se arrodilló frente a él y en un par de movimientos bajó su ropa para liberar su miembro prominente. Su generosa longitud se alzó frente a ella con algunas gotitas transparentes pre seminales emanando de su punta brillante y fuerte.
-¿Así que muy hombre y agresivo no?- dijo ella demostrando que también podía ser dominante- veamos si puedes soportarlo.
Él intentó responder algo, pero su boca solo pudo balbucear cuando la lengua de su acompañante pasó por su glande limpiando esas gotitas con total lascivia. Acto seguido lo introdujo en su boca, hasta su garganta sin un solo gesto de incomodidad, al contrario, sus ojos le miraban fijamente, casi como retándolo a que soportara sin acabar antes de tiempo. Entonces volvió a retirarlo, lleno de su saliva y empezó a saborearlo, a probarlo, a pasar su boca y sus labios por cada centímetro de su hombría mientras él intentaba contenerse. Isabella estaba transformada en una fiera, y cuando lo sacaba de su boca lo masturbaba con sus manos, tomaba aire y volvía a saciarse de ese bien dotado miembro sin descuidar un solo milímetro.
Alejandro apenas pudo contenerse y tuvo casi que sacársela de encima agarrándola del cuello para evitar que lo hiciera terminar antes de tiempo. La puso en pie, e intercambiando papeles ahora retomó el control.
-Te encanta dominar, pero ¿sabes algo? no estamos en la oficina -la cargó la puso sobre la mesa de los lavamanos, y bajó su ajustado pantalón para encontrarse una agradable sorpresa en forma de una diminuta tanga negra que solo tuvo que mover ligeramente a un lado para tener frente a si ese manjar húmedo que no dudó en devorar con su boca.
Su lengua empezó a deslizarse por sus hinchados y sensibles labios, de vez en cuando los besaba y pronto se concentró en hacer círculos sobre su división, esa cálida entrada que no dejaba de emanar humedad. Pronto la presión de sus movimientos hicieron que su intimidad cediera y se abriera para percibir cómo su hábil lengua empezaba a estimularla internamente. Era glorioso, morboso y erótico, y solo pudo mejorar cuando sintió como su clítoris hinchado empezó a ser el centro de atención de esa inquieta y juguetona inquilina a la que pronto se unió uno de los dedos de Alejandro para evitar desatender sus otras
partes sensibles. El calor no paraba de subir, las sensaciones iban en aumento, y el ruido exterior ayudaban a ocultar los gemidos intensos de Isabella que no tuvo más opción que entregarse a la descarga que la extasió recorriendo su cuerpo y haciendo que se arqueara sobre la mesa mientras profería un par de maldiciones poseída completamente por el placer del que era dichosa víctima. Para aumentar su agonía, Alejandro no se detuvo, la apresó con sus fuertes manos y siguió dándole placer con agresividad, llevándola al límite de lo soportable, momento en que con sus piernas lo empujo y se enroscó sobre el mesón con su cuerpo tembloroso.
¿Cómo carajos había hecho eso? pensó para sí misma mientras intentaba regular su respiración. Había sido glorioso, invasivo y eléctrico. Dos cosas tenía claras. Era el mejor orgasmo que podía recordar, y tenía que devolverle el placer que le había dado él. Intentó recuperar la compostura, pero temió caer al piso con sus piernas aún débiles, así que optó por jugar la carta de “actriz porno”. Levantó su espalda apoyándose en sus codos. Lo miró fijamente con lascivia casi sin pestañear, terminó de quitarse las pocas prendas que le quedaban y abrió sus piernas frente a él como una flor de loto hipnotizante mientras usó los dedos de su mano derecha para abrir muy levemente su zona íntima -¿Qué esperas? quiero sentirla hasta el fondo.
El se acerco, completamente absorbido por la perfección en forma humana que tenía a pocos centímetros, y acomodando su sexo sobre la entrada al paraíso del placer, se deslizó sin afán, pero disfrutando cada fracción de ese primer viaje a las profundidades de la lujuria.
Ella sentía como su nuevo invitado separaba todo a su paso, empapándose en sus jugos íntimos y mezclando ambos cuerpos en uno solo, en el que hasta sus gemidos parecieran haberse unido en una única nota tonal. Pronto el viaje de regreso anunció un retorno aún más rápido, y las primeras pausadas y eternas penetraciones se convirtieron en un baile de velocidad constante en que sus cuerpo golpeaban el uno con el otro, su pelvis contra sus testículos y sus sexos llenos de humedad retumbaban en el sonido reverberante del blanquecino recinto.

Los senos libres de Isabella se movían al cont****so de sus caderas, un panorama que terminó por descontrolar, y cuando la fricción, la excitación y las palabras obscenas que intercambiaban llegaron al punto cumbre, Isabella pudo sentir cómo el cuerpo de su cómplice se tensionó, anunciando que pronto recibiría su recompensa. Esto la excitó y aunque con menor intensidad que la primera vez, de nuevo una corriente la invadió mientras Alejandro perdió el control de sí mismo y se dejó caer sobre el precioso cuerpo de Isabella. Ella sintió como él dejaba emanar su manjar viscoso que no paraba de esparcirse dentro de ella, la muestra palpable de que había sido invadida por ese hombre que en tan poco tiempo había logrado lo que ninguno otro, no podía negar que desde ayer deseaba desenfrenadamente sentir la descarga de Alejandro dentro de ella, y que había sido sencillamente espectacular. El estuvo dentro unos segundos más, como deseando asegurarse de que cada gota había sido aprovechada, levantó su rostro y ambos se fundieron en un beso largo y pausado.
Alejandro se alejó, vio como al salir de su hospedadora unas gotas blancas empezaron a deslizarse sobre las piernas de ella, quien con rostro cándido, como el de una adolescente traviesa terminó de esparcirlos sobre su piel.
Alguien empezó a tocar la puerta, así que debieron, una vez más, vestirse rápidamente y salir del lugar.
Publicado por HistoriasYRelatos
1 año atrás
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